Algunos recordaréis que en unos cuantos episodios de la serie “Vikingos” en Netflix aparecía el ataque de estos pueblos norteños a Sevilla, pero sin muchos detalles. ¿Cómo fue realmente este ataque? ¿En qué rincones de nuestra eterna ciudad de primavera -salvo cuando es verano, claro- han dejado vestigios los vikingos..?
Dinos Odin: ¿por qué… por qué Sevilla?
Dicen las crónicas que la primera llegada de los vikingos a territorio español fue causa del azar (no azahar, A-Z-A-R), aunque sospechamos que los hombres del norte (también llamados varegos o Nordomanni) ya habrían escuchado sobre la riqueza que albergaba Al-Ándalus. Es quizá por este motivo por lo que pusieron rumbo a Lisboa, después a Cádiz y finalmente alistaron velas hacia Sevilla.
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Una vez aquí, y para poder controlar mejor el área de Sevilla, los vikingos construyeron una base en las marismas de Guadalquivir, lo que hoy conocemos como Isla Menor. El campamento, con acceso al río, habría de controlar la salida y entrada a Sevilla. Preocupados de que los pueblos cercanos como Coria del Río avisasen a los habitantes de Sevilla de su presencia, los Nordomanni tomaron las hachas y, sin que les temblara la mano, pasaron por el acero a toda la población de Coria del Río. No dejaron ni un alma. Después, se embarcaron en la toma de Sevilla, la pieza mayor y más codiciada de esta incursión.
A todo esto, Isbiliya -nuestra Sevilla- estaba bajo el mando de los almohades de Al-Ándalus, y por rica que fuera la ciudad, no estaba preparada para defenderse de las bestias del norte. Así las cosas, el gobernante de la ciudad no dudó en darse a la fuga, huyendo hacia Carmona y dejando a los habitantes de la ciudad sin más opción que encomendarse a Alá.
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Llegada de 4 mil vikingos a Sevilla
El primer golpe de los vikingos, de una audacia sin precedentes, se data el 29 de septiembre del año 844. Imaginaos: cerca de 4 mil hombres a bordo de más de 80 naves llegan a Sevilla, todo un espectáculo… pero con tintes sangrientos. La población sevillana no contaba con demasiada experiencia náutica en aquel momento y, como decimos, tampoco había un ejército fuerte para defender la ciudad. No es raro, entonces, que las fuerzas musulmanas fueran derrotadas. Los habitantes de Sevilla, presa del terror, abandonan en tropel la ciudad, que queda en manos de los hijos de Odin tras el segundo golpe. Durante siete días Sevilla perteneció a los vikingos. Huelga decir que los invasores paganos saquearon la ciudad y mantuvieron a sus habitantes aterrados ante la perspectiva del encarcelamiento o de la muerte.
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Obtenida la victoria en Sevilla, los vikingos siguieron avanzando hacía Córdoba. Los cordobeses intentaron pararles en varias ocasiones con ejércitos de voluntarios, sin éxito. El emir de Córdoba, Abd al Rahmán, recibía desesperado noticias de cómo los vikingos arrasaban todo en su camino.
Andaluces VS Vikingos
Sólo en noviembre Abd al Rahmán consiguió movilizar un robusto ejército que incluía a los hombres de Banu Qasi, una dinastía que dominaba parte del noreste peninsular. Fue ese ejército, y sobre todo su caballería, la que consiguió sorprender a los vikingos (la horda varega de caballos sabían más bien poco o muy poco). Finalmente, a mediados de noviembre y tras 42 días de terror vikingo, los andalusíes consiguen la victoria.
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La revancha fue cruenta. Según las fuentes árabes, gran número de vikingos fueron pasados por la espada; otros muchos, unos 400 hombres, pasaron a “decorar” las palmera sevillanas… colgando de ellas ahorcados.
Pese al poco tiempo que pasaron en Sevilla, la presencia de los vikingos cambió la imagen de la ciudad para siempre: se construyeron, por ejemplo, las primeras murallas para proteger la ciudad que hasta el día de hoy rodean el casco antiguo.
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